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1984. ELOÍSA ESTÁ DEBAJO DE UN ALMENDRO, de Enrique Jardiel Poncela. Dirección José Carlos Plaza

  • Foto del escritor: Juanma Gómez
    Juanma Gómez
  • 21 ene
  • 3 Min. de lectura

En el teatro había un cine. Al entrar al teatro te encontrabas con un cine de los años cuarenta. Estaban echando El puente de Waterloo y había un puñado de espectadores viendo la película. Aunque yo no he conocido los cines de los años cuarenta, ese era “de verdad”. Porque los espectadores, hombres y mujeres de aspecto humilde, eran de verdad. Cuando terminaba El puente de Waterloo, empezaba la función: Eloísa está debajo de un almendro, de Enrique Jardiel Poncela. Esa función.


Eloísa está debajo de un almendro. Prologo
Eloísa está debajo de un almendro. Prologo

No es mi intención restarle méritos a José Carlos Plaza, que ha dirigido muchos y muy buenos montajes, pero lo que hizo con el Prólogo de Eloísa es una muestra de su enorme talento como director, conquistando la brillantez que el buen Teatro alcanza cuando se reúne un elenco en estado de gracia, dando vida a un texto del que se podría decir que la genialidad se le queda pequeña, dirigidos por una mano experta y muy sabia, y amparados en una producción que derrochaba amor por lo que tenía entre manos. Pura alquimia.


Esta reposición de la obra de Jardiel se estrenó en enero de 1984 en el María Guerrero. Hice dos descubrimientos fascinantes: un teatro precioso y un autor deslumbrante de ingenio y humor. He vuelto a ellos muchas veces. Con desiguales resultados, todo hay que decirlo.



Eloísa está debajo de un almendro. Acto I
Eloísa está debajo de un almendro. Acto I

Y ya sea porque nos guste desterrar la banalidad de lo casual para ceder el paso al trazado de las estrellas o a la inefabilidad del destino, siempre y cuando éste nos reserve grandes tesoros, quiero pensar que aquella Eloísa, además, iba a establecer conexiones que yo, en aquel momento, ni siquiera me podía imaginar, y que iba a dejar unos rescoldos que parecen no querer apagarse después de más de cuarenta años: personas muy importantes en mi vida profesional y personal, y también posteriores amistades, estuvieron en ese cine (o en la célebre “finca de los Ojeda”): Juanjo, Raúl, Eduardo, Mar, José Pedro, Alberto y Fernando. Dudo mucho que, con ese historial, pueda cerrarse el expediente de aquella Eloísa.


Eloísa está debajo de un almendro. Programa
Eloísa está debajo de un almendro. Programa

Y también Jardiel. El caso de Jardiel es curioso. Leer los prólogos de sus comedias es, a veces, más divertido que leer la propia comedia. Esas Circunstancias en que se imaginó, se escribió y se estrenó... son, además de un descacharrante trasfondo de su oficio de dramaturgo (aunque a Jardiel este palabro le hubiese provocado ictericia), un análisis impagable de historiografía teatral. En esas crónicas están documentados, además de un vívido retrato del ambiente teatral de la época, los vaivenes de su carrera con sus éxitos y sus sonados fracasos. Pero el talento como comediógrafo está fuera de toda duda. Sin embargo, hoy, ese autor, generalmente admirado por la profesión teatral, está desterrado de nuestros escenarios. Tan desterrado que a veces provoca vergüenza ajena oír hablar de Jardiel o de su obra a según qué profesionales del medio para comprobar cómo, las más de las veces, se emplea demasiada energía en hacerse oír por encima de la cháchara habitual. Si a nuestra cultura no le hubiese afectado este virus que ha dejado desmemoriados a algunos de sus próceres (y, en algunos casos, con procesos agudos de idiocia severa), textos como Eloísa, Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Un marido de ida y vuelta, Angelina o el honor de un brigadier, Las cinco advertencias de Satanás, Tú y yo somos tres, entre muchos otros, estarían subiendo regularmente a nuestros escenarios. Siempre pienso que si Jardiel hubiese sido británico, hoy lo tendrían lustroso como el casco de un King’s Guard.


Repasando los recuerdos de aquel estreno de 1984 se pone en evidencia que el paso del tiempo es un juez implacable y arbitrario. Quizás por eso, esas joyas que son nuestros referentes se merecen un pequeño espacio para ser reivindicados y puestos en valor.


Eloísa está debajo de un almendro. Programa
Eloísa está debajo de un almendro. Programa

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